Las pruebas de carga «estáticas» como método de diagnosis (des los que podríamos mostrar infinitas variantes), fundamentalmente concebidas para evaluar el comportamiento deformacional de las estructuras han ido perdiendo terreno desde finales del siglo pasado frente a las pruebas de carga»dinámicas». Su espectacularidad difícilmente puede competir frente a la «agilidad» y «economia» de los tests dinámicos que tienen como soporte la instrumentación «virtual» y las herramientas de simulación computacionales de última generación.