El Castell-Cartoixa de Vallparadís, utilizado actualmente como museo de restos arqueológicos, al igual que el conjunto monumental de las Esglèsies de Sant Pere (modelizado a escala recientemente) es un claro ejemplo de compatibilidad de los nuevos diseños de estructuras ferroviarias (FGC), con edificios antiguos construidos en piedra. Además, estos edificios, por su tipología (uso de bóvedas, tal como se ha estudiado en el propio Templo de la Sagrada Familia,) y su elevado peso favorecen impedancias altas y por tanto la atenuación de las vibraciones inducidas por paso de trenes, haciendo imperceptibles dichos fenómenos en el interior de lugares tradicionalmente «silenciosos».